Desde 2019, momento en el que la crisis sanitaria, cambió la vida, la Fundación Sarabastall no había estado presencialmente en Hushé. Bien es cierto que la pandemia no paralizó los proyectos que se estaban desarrollando ni el contacto, ni la ayuda destinada a la zona. En varios momentos se llevaron a cabo campañas de ayuda ante la emergencia y siempre ha existido un acompañamiento.

Pero era necesario regresar.

Regresar para reencontrarse con las personas, con todas esas mujeres y hombres del valle que luchan día a día por salir adelante.

Regresar para impulsar los proyectos, para estimular a los colaboradores locales y preparar el trabajo inminente de los equipos que viajarán en el mes de julio.

Regresar para rendir homenaje, abrazar y compartir el dolor por la pérdida de Karim, el mejor alpinista porteador del Karakorum, que falleció el pasado mes de abril. Como siempre hemos contado, Karim fue la inspiración y el alma de los proyectos de cooperación de la Fundación Sarabastall.

El viaje se ha desarrollado desde el 27 de mayo hasta el 10 de junio. Han participado Virginia Santesteban, Sebastián Álvaro y José Miguel Gracia.

Entre los objetivos que el equipo llevaba en la mochila, destacaban:

-- La dotación y seguimiento del programa de becas

-- Comprobar la puesta en marcha del proyecto de árboles frutales “Familia a familia” y la instalación de invernaderos.

-- Impulsar la reanudación de los servicios de Refugio Hotel, puesto que ya se han retomado las expediciones.

-- Iniciar un estudio de nutrición de la población del Valle de Hushé.

Pero viajar a Pakistán, al Valle de Hushé, siempre conlleva una buena dosis de aventura y de sorpresa, en este caso las sorpresas fueron muchas y buenas las vivencias.

En primer lugar, el equipo pudo ver los frutos del programa de becas, que tras años desarrollándose supone uno de los mayores éxitos del proyecto. De aquellos niños de Hushé con los que iniciamos las becas, dos son licenciados, en informática y matemáticas, y ya han puesto en marcha sus propios negocios. Ocho estudiantes universitarios están cursando en Islamabad y Lahore diferentes carreras. La reunión con ellos, sus palabras y sus ganas de poner su formación al servicio del desarrollo del Valle, es una experiencia emocionante.

Igualmente fue entrañable visitar las escuelas de Hushé y encontrar que se mantiene un alto nivel de escolarización y como los espacios se van transformando e incluso se atisban las primeras agrupaciones de padres de alumnos/as.

También se pudo hacer seguimiento del proyecto “Familia a familia” por el que familias españolas financiaron árboles frutales para mejorar la alimentación de las personas de Hushé. En muchos huertos de la aldea, los árboles ya van creciendo, y sorprende ver, como en paisajes tan inhóspitos las ramas están verdes y vigorosas y aparecen ya algunos pequeños frutos. Se sigue adelante con la instalación de algunos invernaderos para poder constatar si permiten el cultivo de verduras y hortalizas en más periodos de tiempo, dado que la zona pasa buena parte del año cubierta de nieve.

Otra tarea importante y necesaria que se ha podido acometer en estos días, ha sido la puesta a punto del Refugio Hushé para que pueda comenzar a prestar servicios en la nueva temporada. Las instalaciones se conservan en buen estado, 6 de las habitaciones ya están forradas de madera, únicamente será necesario pintar algunas manchas de humedad y repasar fontanería y electricidad. Tras los últimos acontecimientos y la pérdida de Karim, se ha decidido que el sencillo hotel pase a llamarse: Little Karim–Sarabastall.

En este viaje, la presencia de Virginia, especialista en nutrición, permitió el estudio de la alimentación de los habitantes de Hushé. A través de visitas, entrevistas… se han podido extraer conclusiones para buscar la mejora de sus hábitos alimenticios, siempre teniendo en cuenta su realidad y respetando sus costumbres y recursos.

Los momentos más emotivos, sin ninguna duda, se vivieron al visitar a la familia de Karim, en especial a su viuda Rajima y acompañarles en sus oraciones ante la tumba del pequeño gran hombre.

Hushé espera con ilusión la llegada del mes de julio para que el reencuentro con el resto de equipos de la Fundación Sarabastall se haga realidad. Seguro que los frutos seguirán siendo muchos y buenos.     

   

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