Este proyecto, impulsado por la Fundación Sarabastall, ha brindado múltiples beneficios a la comunidad local y ejemplifica un modelo de sostenibilidad.
Este proyecto, impulsado por la Fundación Sarabastall, ha brindado múltiples beneficios a la comunidad local y ejemplifica un modelo de sostenibilidad.
El refugio, que opera de mayo a septiembre, destina sus ingresos a consolidar los diversos proyectos de cooperación de la fundación. Gracias a esta iniciativa, entre cuatro y siete personas disponen de un trabajo remunerado durante la temporada estival, lo que contribuye directamente al desarrollo económico de la comunidad.
Además de ser un centro de empleo, el refugio se ha convertido en un punto de encuentro y atracción para visitantes del centro y del sur de Pakistán, fomentando el turismo local. Actúa como sede de formación para los grupos de trabajo que promueve la Fundación cada año en sus viajes a la zona. De este modo médicos, sanitarios, sanitarias, maestros y maestras, utilizan la instalación para realizar sus encuentros formativos.
Inspirado por Littel Karim, el mejor porteador del Karakórum, la construcción de este refugio supone la culminación de su sueño. Hoy el refugio lleva el nombre del entrañable Karim, como reconocimiento y homenaje a quien fue todo un ejemplo de amor por su pueblo.
El éxito del refugio se debe en gran medida a la buena gestión del equipo local, que ha demostrado gran honestidad, profesionalidad, dedicación, orden y limpieza, superando las expectativas iniciales.
En definitiva, el refugio de montaña de Hushé es un claro ejemplo de buenas prácticas y de cómo un proyecto sostenible puede transformar una comunidad, generando empleo, promoviendo la educación y potenciando el turismo.